miércoles, 29 de junio de 2016

                                                   “Cuestión de piel”
   Se escucha a menudo mencionar: “Es cuestión de piel”  y de inmediato lo asociamos a las palabras: afinidad, química, atracción, magnetismo… Hay quienes aseguran que el amor es básicamente eso, siendo necesario para que la pareja funcione.

    Sin embargo va más allá de lo que sientan dos enamorados. Pienso en el lazo que se crea entre dos personas, sin importar de qué sexo sean, pero que hace que se atraigan mutuamente, ya sea para conversar, compartir gustos y momentos. Y se entienden a la perfección llegando por instantes a sobrar las palabras, porque se abren el uno al otro en distintos planos…En este universo no es necesario conocerse físicamente, ni siquiera vivir cerca. En cualquier lugar del Planeta, la “cuestión de piel” se experimenta entre los humanos. Así de simple.

sábado, 18 de junio de 2016

Te amo

Te amo porque juntos
descubrimos tantas llaves dentro nuestro
sin buscarlas afuera.
Te amo porque comprendimos
que lo auténtico es lo valedero.
Que lo creativo  es la mixtura
entre los sueños y la objetividad.
Te amo por las ganas de dar
explotando desde adentro
sin esperar nada a cambio.
Te amo por todo eso…

… te amo aún por más.

                        Gladys Taboro


viernes, 17 de junio de 2016

             Los vientos                                                 

Desde que Eolo entregó el odre a Ulises y éste con el afán de hallar oro en su interior lo abrió, los vientos se esparcieron por todo el mundo.
Los que pasaron cerca de Afrodita, despeinaron sorpresivamente a la diosa. Sus cabellos largos y rizados quedaron revueltos.  Otros fueron acariciando las delicadas pieles de las Ninfas. Hubo unos cuantos que ayudaron a Hermes a repartir poemas y cuentos entre los Dioses y los mortales. Muchos susurraron a las enigmáticas Musas…
Los vientos siempre existieron y fueron testigos de amores oficiales o clandestinos, de romances furtivos o manifiestos, de nacimientos deseados o de muertes inesperadas.
Han cruzado las fronteras conocidas y aún las que se siguen ignorando. Transportan las fragancias hacia distancias lejanas para depositarlas sobre las flores. Llevan colores y los desparraman en la Naturaleza. El viento es el mejor escultor de todos los  tiempos y el mayor modelador del paisaje.
Viajan con partículas de alegría, paz y tolerancia. A veces arrastran fragmentos oscuros, son los que llevan rencores, odios y amarguras.
Pero un día hubo un  viento  que fue el responsable del nacimiento del amor entre Eve y Nicolás. Ella había arrojado poemas en la calle. Poemas nacidos en las noches de engaños y desencuentros que ya no quería más guardarlos.

Aquellas hojas escritas a mano  se hamacaron primero con el viento y luego un gran remolino los arrastró hasta la entrada de la casa de un joven soñador.  Él tomó esos escritos, los leyó y a partir de entonces, comenzó la búsqueda de la autora de los versos.
                                                                              Gladys  Taboro

jueves, 16 de junio de 2016

                                             FOTOGRAFÍAS

   Lo que nos rodea es magnífico y quiero abarcarlo. Me transformo en una mujer acaparadora, exigente, posesiva…
   Me hago dueña de los colores, de las formas, de los movimientos, de las luces y sombras. Y peco por no pedir permiso, por no preguntar siquiera, por apoderarme de la belleza natural de este bendito planeta. 
   Así voy capturando los momentos justos, sí…justos y admirados. Los elijo porque los considero únicos. En cierto aspecto, claro que lo son. Muchas veces únicos e irrepetibles. Los trato de encerrar, buscar, rever, seleccionar. No pesan, son livianos como el alma. No ocupan lugar, sólo la retina es responsable de esa tarea.
   Y mi cámara, siguiéndome a todos lados, obedece,  cómplice de mis sensaciones y sentimientos…
                                                                            Gladys Taboro

                                                                                           Junio 2016

miércoles, 15 de junio de 2016


                           Fotografía tomada en Rosario, Arg. desde la costanera del río Paraná.

jueves, 9 de junio de 2016

                       Relato:                      Bendita lluvia
La última gota de la copiosa lluvia cayó  sobre el entrecejo de Luis. Desde allí se fue deslizando  lentamente por el canto de su nariz pequeña hasta llegar a sus labios sedientos. Con su lengua la saboreó.
Habían pasado ciento veintidós días que no llovía. La tierra colorada casi agonizaba cuando al fin recibió la bendición.
Los sonidos de la lluvia se fueron apagando y los  más pequeños, salieron de sus ranchos. Luis organizó el juego recurrente: tomados de las manos hicieron una ronda en medio del camino anegado y canturreaban:
“Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva, los pajaritos cantan, la vieja se levanta….”
Con los pies embarrados y colmados de dicha, fueron todos al jagüel. Allí ocurría el milagro tras la lluvia. Las caritas morenas de los pequeños se podían espejar al fin.  En el fondo, la corteza terrosa y todavía dura, contenía el agua incolora por algunas horas. Risas, muecas, juegos con los ojos y con las manos se iban dibujando en la superficie clara.
Poco a poco la magia se fue esfumando porque iban llegando los mayores portando sus bidones plásticos y manchados. Había que proveerse de agua para los días venideros. La escasez del líquido es un rasgo peculiar en la zona. Los nativos saben de la boca reseca y de los labios partidos. A pesar de ello,  sus esperanzas no se desvanecen.


martes, 7 de junio de 2016

El viaje

   Como cada noche a la misma hora, vuelvo a tirarme cara arriba sobre el césped cubierto por el  rocío fresco.
   Miro el infinito plagado de estrellas y entonces, cuando pasa arriba de mi cabeza, me cuelgo. Sí, me cuelgo efusivamente. Nadie ve mi partida.  Sólo yo me transporto. Y entro. Y me ubico junto a una especie de ventanal.  Y el Universo se agranda ante mi mirada. Y la Tierra se hace pequeña, cada vez más. Increíblemente todo lo que me rodea es luz. La noche quedó en el piso del patio.
   Me rodea el color celeste  sereno y no hay sonido alguno. Miro hacia abajo y observo un efecto marbling. Quizá corresponda al desierto Dasht-e Kavir.  Más allá una enorme boca vomitando humo y fuego.  Vastas extensiones verde botella aparecen atravesadas  por delgados hilos azules. Manchas colores ocre y siena se divisan en medio del azul nebuloso.  Miles y miles de copos de algodón se desparraman ante mis  ojos. Ahora levito. Me siento un ave feliz. Doy volteretas entre monitores y pantallas. Me río y no paro de reír. Siento cosquillas en todo mi  cuerpo.
   De repente y sin saber por qué, siento mi espalda mojada. Es el rocío de la noche que va cubriendo el pasto. Las Tres Marías me guiñan y yo les sonrío.

Gladys Taboro