domingo, 2 de abril de 2017




Fragmento de mis experiencias docentes,  del libro: "32 años"

“…Existieron otros alumnos y otros padres para continuar extendiendo lazos. Más entrevistas domiciliarias, más casos-problemas, más oídos para escuchar, más cariño por cosechar, más conocimientos por impartir, más por dar.
Mi labor docente era el motor que me impulsaba para seguir avanzando, aún lejos de mi familia.
Vivencio aún hoy, las fiestas patrias, los actos compartidos con otras Instituciones Locales, las efemérides escritas en el enorme pizarrón verde de la galería, entre las dos únicas aulas con ventanales muy grandes que daban a la plaza, el patio de cemento y tierra en una proporción casi igual, los fresnos que nos regalaban sus sombras en los días tórridos de aquellos meses finales…La portera  Felicia, abuela de Fabio, uno de mis alumnos, con muchos años de servicio esperando su retiro…
Recuerdos y nostalgias siempre presentes, permaneciendo vívidos en mi memoria. Fui acumulando ricas experiencias compartiendo con docentes en charlas interminables, mientras nuestros alumnos jugaban a la mancha, a las escondidas, con la soga para saltar. En esos tiempos no había problemas de conducta considerables. La mayoría eran  obedientes, respetuosos, buenos, alegres y muy compañeros entre sí.  
No existía la violencia ni verbal ni física en medio de los juegos…Sólo niños traviesos, ángeles inquietos, dentro de un clima donde se respiraba una infancia sin apuros, sin complejos ni traumas visibles…”                                       



                                           Con mis compañeras y la Directora

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