Fragmento de mis experiencias docentes, del libro: "32 años"
“…Existieron otros alumnos
y otros padres para continuar extendiendo lazos. Más entrevistas domiciliarias,
más casos-problemas, más oídos para escuchar, más cariño por cosechar, más
conocimientos por impartir, más por dar.
Mi labor docente era el
motor que me impulsaba para seguir avanzando, aún lejos de mi familia.
Vivencio aún hoy, las
fiestas patrias, los actos compartidos con otras Instituciones Locales, las
efemérides escritas en el enorme pizarrón verde de la galería, entre las dos
únicas aulas con ventanales muy grandes que daban a la plaza, el patio de
cemento y tierra en una proporción casi igual, los fresnos que nos regalaban
sus sombras en los días tórridos de aquellos meses finales…La portera Felicia, abuela de Fabio, uno de mis alumnos,
con muchos años de servicio esperando su retiro…
Recuerdos y nostalgias
siempre presentes, permaneciendo vívidos en mi memoria. Fui acumulando ricas
experiencias compartiendo con docentes en charlas interminables, mientras
nuestros alumnos jugaban a la mancha, a las escondidas, con la soga para
saltar. En esos tiempos no había problemas de conducta considerables. La
mayoría eran obedientes, respetuosos,
buenos, alegres y muy compañeros entre sí.
No existía la violencia ni
verbal ni física en medio de los juegos…Sólo niños traviesos, ángeles
inquietos, dentro de un clima donde se respiraba una infancia sin apuros, sin
complejos ni traumas visibles…”
Con mis compañeras y la Directora
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