domingo, 6 de marzo de 2016

DIARIO DE VIAJE

FRENTE AL  GLACIAR PERITO MORENO, PROVINCIA DE SANTA CRUZ, ARGENTINA

Atravieso  los  senderos poblados de  verdosos  ñires,  gigantescas lengas y guindos con nudos dibujados en sus troncos. Percibo  el aroma que la humedad del bosque frío desparrama con fuerza. Me  siento invitada exclusiva de este ecosistema admirable. Mis pies se hunden en el follaje caído de árboles en descomposición. Los helechos, musgos y hongos en diversos tamaños y colores me conducen hasta  la pasarela que el  hombre diseñó prolijamente.  El escenario es imponente, de un blanco sin igual, con tintes azules que ni el más experimentado pintor puede  lograr. Experimento un desconcierto total. El glaciar Perito Moreno me recibe primero en silencio, después con sonidos retumbantes en mis oídos que se propagan casi hasta el infinito. Son los ruidos  generados por el desprendimiento de hielos que responden a la caricia del sol estival.  Los Andes oscuros  con sus cimas iluminadas por la nieve eterna, enmarcan, por detrás, a  la gélida mole  mutante.
Entonces quedo atónita. Congelo la imagen colosal primero en mis ojos, luego en la lente.  El glaciar me habla, me está diciendo que se trata de un anticipo del Paraíso. Asiento con mi cabeza. Ya no tengo dudas:   estoy presente ante la divinidad que traspasa a todas  las religiones…





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