DIARIO DE VIAJE
ESTEROS DEL IBERÁ,
PROVINCIA DE CORRIENTES, ARGENTINA
Primera parte
De
cada viaje queda en nuestra memoria las imágenes observadas, pero además los recuerdos en donde
intervienen los otros sentidos en su totalidad, más aún cuando el sitio elegido
se adueña de todas las percepciones que un ser humano puede atesorar.
Y
hay experiencias inolvidables que seguramente permanecerán claras y vívidas por
la intensidad, por la adrenalina y por
la singularidad del impacto.
Me
refiero a la navegación por los Esteros del Iberá, ubicados en el norte de la
provincia de Corrientes, república Argentina. Es un refugio de vida silvestre y
uno de los humedales más importantes y con mayor biodiversidad del mundo. Con el
propósito de preservarlo se creó en el año 1983 la Reserva Natural de Iberá.
“Iberá” en lengua guaraní, significa “aguas
que brillan”. La superficie está compuesta por más de sesenta lagunas con una
profundidad entre 2 y 3 metros, emergiendo numerosas islas flotantes, también
llamadas “embalsados”. Estas formaciones son colonizadas por plantas acuáticas
y pequeños arbustos. La combinación de verdes se entremezclan con el color oscuro
de sus aguas estancadas, mezclándose los
camalotes con las amapolas de agua, la ortiga acuática, repollitos de agua,
achiras y juncos.
Luego
de media hora de travesía, el guía que manejaba la lancha detuvo el motor para
evitar el ruido y de esa manera poder trasladarnos silenciosamente hacia el
descanso izquierdo del brazo de agua. Dirigimos la mirada hacia un sector del
pajonal en donde descansaban bajo el sol una hembra de yacaré con sus tres
crías de unos 15 cm. de largo.
Aprovechamos
para congelar las imágenes con nuestras cámaras mientras la hembra, con sus
movimientos desafiantes nos avisaba que no éramos bienvenidos. Proseguimos la
navegación e íbamos descubriendo más yacarés, algunos con los ojos cerrados,
otros con la boca abierta mostrando sus fauces de un color rosa suave y
refulgente, mostrando los dientes, enfilados y atentos como pequeños centinelas
blancos. Parecían estatuas amenazantes y
sin embargo, desbordaban paz y tranquilidad.
Y
así, lentamente, nos fuimos acercando a otras islas flotantes para seguir
descubriendo la flora y la fauna tan
rica dentro de este verdadero paraíso de vida silvestre.
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