martes, 19 de diciembre de 2017

Llegan las Fiestas de fin de año y con ellas…

Nacen  nuestros deseos de saludar y brindar, por qué no: por la Vida.

Surge  la necesidad de agradecimiento, de darle valor a las pequeñas cosas, de estar en familia: nuestro refugio seguro…

Sentimos  un mar de emociones que nos embargan: por el tiempo que pasó raudamente y por los seres amados que ya no están…

Valoramos a los verdaderos amigos, a los sinceros y leales,  a los que están siempre presentes…

Comenzamos a hacer un balance espiritual, un examen interno e íntimo acerca de nuestras actitudes en el hacer cotidiano…

Brindo por todos, los conocidos, desconocidos y por conocer.
¡Que una lluvia de estrellas los bendiga en el comienzo de 2018 y perdure con paz y bienestar!




domingo, 17 de diciembre de 2017

                                               Verano
  La lengua de fuego avanza a pasos gigantescos. Quema todo lo que está en el camino. Cruel e impía pasa a mi lado y me rodea.
  La sed se instala en las gargantas de las aves y de todo ser vivo. El verdor de las hojas se desvanece y los  ápices comienzan a retorcerse  de dolor. El viento contagiado de la malicia del calor,  acompaña a esa enorme fusta  que sigue expandiéndose por la región.
Las sombras de los árboles se hacen cada vez más extensas como si las ramas quisieran  proyectarse en el suelo agostado.
Y el sudor. El sudor que empapa las pieles dibujando una perfecta hidrografía junto con la respiración entrecortada, pide una tregua para restablecer los pulsos cardiacos ahora lentos y la energía perdida por los músculos ya laxos.

Al fin cae la noche, con el agobio del eterno día, la lluvia se presenta desafiando la ardiente jornada. Moja a la tierra ávida de agua. Las gotas pesadas bañan el paisaje nocturno. Los cuerpos recuperan el vigor y como una enorme víbora de lumbre, el calor se declara por vencido.

lunes, 13 de noviembre de 2017

       El alacrán

Nada mi irrita más
que la presencia de un alacrán.
Me despierta
el sentimiento que más aborrezco:
el odio.
Es que me paraliza.
Me provoca pánico.
Me exaspera.
No puedo mirarlo
porque  quema mis pupilas.
Me arde la piel
aunque  su veneno
no circule  por los capilares.

Te abomino pequeño arácnido.
Repudio  tu presencia
y maldigo tu existencia.
Portador de crueldad y de traición.
Demonio de la oscuridad.

G.T.



jueves, 9 de noviembre de 2017

      El camino

Una mañana
me levanté con deseos
 de regalarte algo.
Y pensé en darte un camino.
Y todo lo que lo acompaña.
Flores. Pájaros. Tierra. Arena.
Hierbas frescas. Árboles.
Cielo azul. Aire puro.
Y lo que existe debajo:
minerales,
raíces,
y secretos enterrados.
No hay nada tan completo,
nada que  posea tanto
como un camino.
Aquí  lo tienes:
generoso
como manos  extendidas.
Húmedo y  perfumado
como besos furtivos.
Soñador
como tus sueños nocturnos
Esperanzado
como el que quiere recorrerlo
sólo para llegar…
Ésta será mi secreta entrega.
La que sigo callando,
andando y  desandando

caminos.
G.T.


domingo, 27 de agosto de 2017

      Soy lluvia 
Soy la lluvia fresca
que se resbala por tu ventanal
y se transporta al pasado.
Soy el agua que se desliza
por tus mejillas
y desaparecen en tus hombros.
Soy la que mitiga tu sed,
tu sudor,
tus caminos.
Soy lluvia.
Soy agua.
Transparencia en tus pestañas.

Fotografía de una planta del Mburucuyá, nacida entre unas matas de violetas del jardín. Intuyo que ha nacido por acción de las palomas que fueron agentes dispersoras de semillas 

martes, 20 de junio de 2017

Blanco y negro
color y no color
frío y cálido
mustio y alegre
sombras y luces
contrastes y armonía
sí y no...

viernes, 2 de junio de 2017

             La noche

Por qué la noche

me  envuelve en recuerdos.

Por qué palpito fría

con el titilar de las estrellas.

Por qué las sombras

no se aclaran con la Luna.

Si siento tu presencia

y  tu aliento.

Si me acompañas

en los fugaces pensamientos.

Si te tengo cerca


y estás tan lejos…



lunes, 29 de mayo de 2017


Cuando no puedo revertir 
situaciones próximas a mi alma,
y los pensamientos son déspotas 
y no quieren esfumarse...
cuando quiero gritar y no me sale la voz...
cuando deseo creer que los milagros existen
y que todo vuelva a ser como el ayer...
cuando no comprendo  por qué un escritor 
ahoga sus palabras en su propia angustia 
sin que vuelvan a brotar como antes 
cuando escribía fluídamente...
es entonces el momento 
en que mis ojos se empañan,
todo queda "fuera de foco"...todo...


martes, 23 de mayo de 2017

Prefiero las neblinas cálidas,
envolventes,
con tintes que van de los ocres
a los sepiados  con tonos de Sol…
Las nieblas silenciosas y cautivantes,
con un dejo de misterio,
avanzando hacia mi zona de confort…



jueves, 18 de mayo de 2017

Las cerezas saben  a juegos.
A sabores secuaces y agridulces.
A tentación, anhelos, recuerdos.
Rojo-pasión. Atracción. Sueños.

viernes, 5 de mayo de 2017

                                       ¿Dónde?

¿Adónde van los suspiros y los aleteos de mis párpados pegados a tu mirada?
¿Y tu voz cálida, tu sonrisa contagiosa, tu tibieza y la fuerza de tus brazos?
¿Adónde van tus sudores de mar y tus respiros melodiosos?
¿Y los besos de los te quiero, te amo, te deseo? ¿Los sueños que vienen a revivir los momentos de placidez? ¿Los instantes de sosiego, de relax, de contemplación sin emitir siquiera una sola palabra?
¿Reposarán en mi ADN y en cada minúsculo poro que transporto…?

    G.T.


Fotografía tomada de la web


martes, 25 de abril de 2017

Me sigo preguntando
por qué  algunas personas  caminan
 desnudas  de sonrisas y cantos,
de esperanzas,
de energía para sentir y para dar…
Por qué no llueven miradas amables,
ojos chispeantes,
bocas abiertas para ensayar saludos
y decir “te quiero”

Por qué, por qué…
              G.T.


                                                          Pintura del artista Leonid Afremov

miércoles, 12 de abril de 2017

                                       Había una vez….
Había una vez un niño que no quería dibujar. Tenía tan solo seis años.
Lloraba cuando llegaba la hora de hacerlo. La docente le preguntaba por qué no quería  dibujar ni pintar.
Pero continuaba llorando.
Sus compañeros disfrutaban del momento de expresión artística y usaban a raudales los colores mientras él derramaba lágrimas sobre su mesa mojando los papeles blancos y los lápices.
La mujer, paciente, aguardaba el final de la clase al lado del pequeño, como lo haría cualquier persona para consolar a alguien que verdaderamente sufría, y mucho…
Hasta que llegó el día esperado: el niño se acercó a la maestra  con dulzura y mientras sacaba un caramelo del bolsillo de su guardapolvo para regalárselo, le dijo:
-¿Sabés seño?, yo no quiero dibujar porque en mi casa me dicen que no sé y que mis dibujos son feos.
Entonces ella lo abrazó, quedando en silencio unos segundos. Luego le susurró:
-Ya verás que tus dibujos me gustarán muchísimo. Te propongo dibujar juntos este rico caramelo antes que lo coma.

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Hoy ese alumno es un joven de unos veinte años. Tengo la satisfacción de haberlo conocido y de que haya sido parte de mi historia docente.
                                                        Gladys Taboro



Los niños deben expresarse naturalmente y los adultos debemos estimular, acompañar y aprobar sus creaciones para no herirlos ni afectar la autoestima.
                                                                   G.T.


viernes, 7 de abril de 2017


Fragmento de mis experiencias docentes, del libro "32 años"



“…Repaso cuidadosamente una hoja de papel blanco dentro de un cuaderno de tapas duras. Leo los interrogantes acerca de las dificultades de la redacción en el aula. Redactar siempre ha sido un “problema”. Una falla metodológica, un escollo. Por años se mantuvo esta cuestión. Demanda tiempo y el docente debe necesariamente disponer del mismo para trabajar con energía en este tema tan importante para el desarrollo intelectual del educando.
En las distintas reuniones plenarias, se abordaban diversos asuntos, pero la práctica de la redacción en forma periódica en el aula, fue siempre un contenido conceptual recurrente por ser acuciante.
Por experiencia personal, puedo aseverar que para animar a los niños a redactar, se debía dar lugar previamente a un diálogo espontáneo o conducido según la necesidad basado en un asunto pre-determinado. El escuchar a los pares con atención, respetando los momentos que cada uno necesitaba para expresarse oralmente, es muy útil para ampliar el vocabulario. Posteriormente los animaba para trabajar de a dos en la fase de la escritura. Se plasmaban las ideas de ambos, luego debían leer el texto, corregirlo y pasarlo en limpio para leer en voz alta al resto del grupo. El aporte de los dos niños resultaba útil para la elaboración de oraciones coherentes y para la aplicación de un vocabulario acorde al tema tratado.
Una vez que tomaban confianza en esta actividad, la redacción individual ya no era un problema, sino el resultado de los aspectos positivos que arrojaba del buen trabajo de equipo. Lo he aplicado en muchos momentos áulicos y he sacado buenísimas conclusiones…”




La Luna, vanidosa,
quiso reflejarse en El río de la Plata.
Al verlo con sus aguas tan turbias
prefirió guardarse su brillo.
El río esperanzado de  luz
esa noche derramó lágrimas.
Y ella al verlo llorar
comprendió que su vanidad
se había aliado al egoísmo.


martes, 4 de abril de 2017

              Buen día…

¿Qué es empezar un día?
¿Un desperezo?
¿Un saludo? ¿Un abrazo?
¿Un beso? ¿Una caricia?
¿Un desayuno?
¿Una conversación?
¿Una actividad pensada?
¿Un guiño al Sol que despierta?

                    Un proyecto…
                          sí, un proyecto positivo
         junto a todas  las respuestas afirmativas
                          a  todas las  preguntas….               
                                          G.T.



           Fotografía tomada en la costanera del Mar de Ansenuza, pcia. de Córdoba, Arg.

domingo, 2 de abril de 2017




Fragmento de mis experiencias docentes,  del libro: "32 años"

“…Existieron otros alumnos y otros padres para continuar extendiendo lazos. Más entrevistas domiciliarias, más casos-problemas, más oídos para escuchar, más cariño por cosechar, más conocimientos por impartir, más por dar.
Mi labor docente era el motor que me impulsaba para seguir avanzando, aún lejos de mi familia.
Vivencio aún hoy, las fiestas patrias, los actos compartidos con otras Instituciones Locales, las efemérides escritas en el enorme pizarrón verde de la galería, entre las dos únicas aulas con ventanales muy grandes que daban a la plaza, el patio de cemento y tierra en una proporción casi igual, los fresnos que nos regalaban sus sombras en los días tórridos de aquellos meses finales…La portera  Felicia, abuela de Fabio, uno de mis alumnos, con muchos años de servicio esperando su retiro…
Recuerdos y nostalgias siempre presentes, permaneciendo vívidos en mi memoria. Fui acumulando ricas experiencias compartiendo con docentes en charlas interminables, mientras nuestros alumnos jugaban a la mancha, a las escondidas, con la soga para saltar. En esos tiempos no había problemas de conducta considerables. La mayoría eran  obedientes, respetuosos, buenos, alegres y muy compañeros entre sí.  
No existía la violencia ni verbal ni física en medio de los juegos…Sólo niños traviesos, ángeles inquietos, dentro de un clima donde se respiraba una infancia sin apuros, sin complejos ni traumas visibles…”                                       



                                           Con mis compañeras y la Directora

viernes, 31 de marzo de 2017

Fragmento de mis experiencias docentes, extraído del libro "32 años"

"...Y llegó el día de empezar a trabajar como maestra titular en la Escuela  269 Mariano Moreno de la pequeña localidad de Crispi.
Recibí a los niños de segundo y tercer grado con un cariño merecedor, natural y sincero. Ellos me aceptaron con su respeto, su timidez y sus silencios expectantes … Y a partir de entonces, empecé  a descubrirlos uno a uno, de a poco, dialogando mucho al comienzo para conocerlos, para ganarme la confianza, para que vean en mí, una docente que los aceptaba con alegría. Esos nenes y nenas eran el universo y la razón de ser para mí. Yo estaba lejos de mi familia y ellos colmaron, desde ese día, todo mi ser.  Oía mi voz interior que pronunciaba: "Hay que amar. Hay que entregarse. Hay que acompañar". 
      Planificaba  diariamente  dedicando muchas horas en la búsqueda del desarrollo de clases atractivas, sugestivas, vinculadas con el verdadero interés de mis alumnos, quienes debían adquirir los conocimientos necesarios para la vida, para desarrollarse como integrantes de una sociedad luchadora, ansiosa de actuar en libertad.
Enseñar con libertad. Amar la libertad a pesar que el momento histórico era otro: la dictadura se había establecido con fuerza.
Sin embargo, mis niños y yo fuimos construyendo un  Universo que se fue adhiriendo a las paredes del aula cada día, en todo momento. 
En Pedagogía se habla a menudo que todo educador debe impartir conocimientos pero nada se explica cómo hacerlo sin involucrar a los sentimientos. Al amor. Al sentir cuasi maternal que fluye. Que perdura a través del tiempo. Estoy de acuerdo con la expresión: “Todo niño aprende sólo de aquel a quien ama”, entonces… ¿Cómo separar lo académico y pedagógico del amor?
En el aula me sentía libre, mis alumnos se sentían libres. Con seguridad puedo afirmar que ellos fueron educados en libertad. Los orientaba y guiaba en forma individualizada, procurando darle a cada uno lo que necesitaba, observando sus capacidades intelectuales y respetándolas especialmente. Deseaba que se expresaran naturalmente, sus opiniones tenían mucha validez y era bueno escucharlas.
     No dejé de alentarlos, de estimularlos y comprenderlos especialmente cuando transitaban momentos difíciles, lo que generaba aún más un espacio para la contención.
Tuve niños que necesitaron de mi atención fuera de las horas escolares. El tiempo del aula no bastaba, por lo tanto los invitaba a ir a mi vieja pensión. Allí reforzábamos los contenidos que no habían incorporado…siempre hubo y habrá alumnos con capacidades diferentes. Y cada uno de ellos merece atención personalizada. La autoestima, en todos los casos, es el motor que no debe apagarse, de ella jamás hay que olvidarse para tenerla en cuenta y no dañar el yo interior de cada uno.
Siempre consideré que el cultivo de la creatividad merecía un lugar para destacar. El dibujo y la imaginación, la invención de cuentos y las dramatizaciones debían estar siempre presentes en esos seres tan puros y maleables como arcilla blanda.
A menudo solíamos observar el cielo para contemplar las diversas y caprichosas formas de las nubes blancas, grises,  negras o rosadas, sobre el manto celeste del cielo. Y entonces, echando vuelos imaginarios, mis pequeños se transformaban en “descubridores” de figuras. ¡Las ocurrencias surgidas nos hacía reír  tanto!
Experimenté el cariño que recibía de esos chicos. Me respetaban y los respetaba. En ocasiones iban a visitarme en horas libres, tan sólo para saludarme, o conversar o compartir un té. Otras veces me invitaban a pescar mojarras en las cunetas que rebalsaban de agua después de las lluvias...Íbamos de picnic a orillas de la quinta del viejo ermitaño que vivía rodeado de durazneros y ciruelos en esa hectárea mística…Fueron muchas las caminatas realizadas por el camino central, disfrutando a pleno todo lo que el pueblito nos ofrecía dentro del radio de sus escasas manzanas, entre el verde intenso de sus campos, al alcance de la mano..."


jueves, 30 de marzo de 2017


       
                                         Con sabor a tizas

Es increíble, pero aún percibo su olor. Aroma  a madera recién pintada de negro pizarra. Su peso era demasiado grande para sostenerlo yo misma, con mis propias manos, delgadita y menuda…una niña de sólo seis años.
Era el pizarrón, compañero inseparable y necesario para las “prácticas” escolares en mi casa, sola o en compañía de los chicos de mi barrio de aquel  San Jorge, lugar donde nací.
Muchas veces, los restos de algún “chanchito” de loza o de alguna muñeca de yeso que mis padres me compraban en los parques de diversiones y que, de tanto usarlos se rompían, pasaban a ser las “tizas” para escribir sobre ese querido pizarrón.
Los recuerdos me invaden claramente. A la hora de la siesta, en verano, en intimidad conmigo misma, fluía el manantial de los deseos de jugar a la maestra.  Algunas veces, con alumnos reales. Otras, con imaginarios, sentados allí frente a mí, mientras les daba vida. Les daba “clase” como lo hacía tan bien, la Srta. Isabel, mi maestra de primer grado inicial.
Después vino el escritorio que aún conservo. De madera, con cajones laterales. Fue cómplice de momentos mágicos en los que yo, como maestra, enseñaba a mis queridos niños.
Aromas a tizas blancas y de colores, a lápices de escribir, los  de grafito negro Faber Nº 2, con sus puntas afiladas, papeles, muchos, blancos, con y sin rayas, carpetas viejas, revistas Billiken…libros de tapas duras, diccionarios que compraba papá para  estimular el conocimiento y la lectura de sus tres hijas, danzan aún hoy en mi memoria como dulces recuerdos.

 Texto extraído del libro: "32 años". En el mismo relato algunas de mis experiencias docentes.



viernes, 3 de marzo de 2017


 Relato:                                                 
                                                    Matías
Era la hora de la siesta y el calor sofocante  abrazaba con fuerza, casi hasta el ahogo.
La elevada temperatura  no impidió que Matías concretara una idea que le rondaba hacía algún tiempo:  entrar a la casa donde vivía doña Matilde para desatar la furia que le ardía como  el sol en su piel de niño.
Aguardó hasta comprobar que sus moradores se fueran a descansar,  para entrar por la parte trasera, donde un cerco de alambre romboidal fijaba el límite del patio con la casa de Matías.
Una vez que cruzó casi sin dificultad, se dirigió a la mesa de piedra hexagonal, donde reposaban  decenas de cactus pequeños, algunos florecidos, otros recién trasplantados. Con una madera que halló en un rincón, comenzó a tirarlos con todas sus fuerzas, observando cómo los cacharros de barro se iban partiendo en mil pedazos sobre el cemento. Después fue hasta el rincón cercado con piedras y ladrillos donde cuatro tortugas terrestres tomaban sol apaciblemente. Las fue tomando una a una para arrojarlas al enorme recipiente de lata oxidada repleto de agua de lluvia. Las pobres trataban de mantenerse a flote mediante un esfuerzo descomunal. Como su ira no tenía límites, Matías tomó las sábanas blancas tendidas a lo largo del extenso alambre y las ensució con el barro que provocó la lluvia de la noche anterior. Siguió mirando a su alrededor. Quedaban canteros de flores blancas y amarillas. Algunas lilas que recién abrían sus corolas. Las fue arrancando una a una quedando diseminadas por toda la superficie.
Cuando parecía que ya no había más desprecio por hacer, con un trozo de carbón escribió en la pared blanca, muy blanca:  “Todos somos iguales”. Luego, desapareció rápidamente del lugar.
Cuando la dueña de la casa se levantó, quedó espantada ante tamaño desastre…Lo primero que hizo fue salvar a las tortugas que estaban a punto de morir, luego levantó las sábanas, trató de recuperar algunos cactus y al levantar la cabeza leyó la sentencia.
No entendía nada. No comprendía quién podría hacerle hecho tanto daño…Se preguntó mil veces por qué…por qué a ella…
Y no tardó mucho en saber el motivo. Al acercarse su esposo, quien interpretó de inmediato las palabras escritas en color carbón,  le dijo  a Matilde:

_Te he escuchado muchas veces decir:  “Sos un negrito de mierda” cuando la pelota de Matías caía dentro nuestro patio.
Esta lluvia
Llueve y tengo una idea loca…
Mojarnos. Sí, mojarnos bajo la lluvia.
Empaparnos de agua y risas.
Chapotear en las esquinas y en los  baches.
Salpicarnos.  Correr sin rumbo fijo.
Tomarnos las manos fuertemente.
Guiñar a los hilos plateados que caen sin parar.
Y al final, cuando nos venza el cansancio,
arrinconarnos en algún lugar
para secarnos a besos.

                                        Gladys Taboro


Pintura de Leonid Afremov
    Relato ficcional

                             Amores virtuales


Cuando estudiaba periodismo en La Plata, a unos meses de presentar un seminario basado en una investigación sobre el amor matrimonial, tuve la osadía de meterme en un bar desde temprano para entrevistar a algún hombre adulto que estuviera solo en ese momento.
 Elegí una mesa donde tomar un café. La casualidad me sorprendió al ver a un señor solo, con un periódico en las manos, sentado justo a mi derecha. Su mirada se apartó de la lectura y fijó sus ojos en mí. Le sonreí. Al ver que me respondió con el mismo gesto, aproveché a presentarme y a la vez preguntarle si podía hacerle una entrevista. Gustosamente me invitó a sentarme a su lado y así empezamos a dialogar.
Me dijo que tenía 65 años y llevaba 40 años de casado. Reímos juntos porque en estos tiempos del “Touch and go” las parejas, muy alejadas del entendimiento y de la comprensión, ni llegan a cumplir dos o tres años de matrimonio…
Interrogándole me contó que tenía tres hijas y dos nietos que son los motivos para celebrar la vida. Prosiguió explicando sobre sus actividades diarias y la manía de su esposa por revisarle su celular o llamarlo en cualquier momento para solicitarle que haga una compra o un trámite en la calle. Su tono de voz había cambiado, no parecía enojado, más bien resignado. Varias veces su mujer había sufrido episodios neuróticos, motivos por los cuales seguía a su lado. Pero me aclaró que seguía amándola, aunque no de la misma manera cuando en el 1975 juró amarla hasta la muerte. Su amor se había convertido en un compromiso de amistad, de compañerismo…
Sus experiencias me calaron hondo, atentamente lo escuchaba y tomaba nota.
Luego el hombre quedó en silencio. Como enfrentando un pensamiento que sobrevino en medio de la charla. Le pregunté qué le ocurría. Me sonrió levemente y murmuró:
– A vos nena, te lo voy a contar…
– Cuente no más, lo escucho…_contesté entusiasmada.
– Con esto de las redes sociales me enredé en ellas. Al principio me costaba un poco, pero luego le tomé la mano…Un día escribí el nombre de una chica a la que no veía desde antes de casarme. Y pude encontrarla. Claro que investigando estaba casada y con hijos. Igual me motivó para acercarme a ella.
– ¿En forma directa o por chat?_ pregunté.
Él sonrió y movió la cabeza para decirme:
– No podría hacerlo en forma directa, porque ella vive a mil kilómetros de distancia…Sería difícil. No sabés cómo me daba vueltas la cabeza ni bien me levantaba…Pensando en ella y esperando la hora para comunicarme. 
– Pero Ud. tiene esposa…¿No cree que es un engaño? Ud. está deseando a esa mujer y es una trampa en el matrimonio…_le dije concretamente y sin tapujos.
El hombre me miró con sus ojos  empañados. Quedó en silencio un rato. Y continuó:
– Intenté muchas veces sacármela de encima pero no puedo…Es más fuerte que yo. Recuerdo sus abrazos y sus besos. Fue mi primer amor. O metejón, quizá. Éramos tan jóvenes…Y ahora me convertí en su amante por chat y te aseguro que me sobresalto cuando recibo un aviso de correo. Entonces mi imaginación es inagotable y la pasión es tan fuerte como en la realidad… 
_ ¿Hace mucho tiempo de esta experiencia?_ pregunté.
– Casi un año. Una noche de lluvia me levanté de mi cama porque no podía dormir. Me conecté y ví que estaba ella…Tomé coraje y le dije que sentía algo muy adentro mío. Lo expresé sin pausa alguna, tenía que hacerlo porque mi cerebro estaba encendido como brasas. Ella tardó en contestarme. Luego me dijo que le pasaba lo mismo, pero se apartaba de la idea…Que era imposible la relación. Que ambos tenían compromisos y nunca en la vida habían engañado a sus esposos.
– Claro, el sentimiento de culpa se habrá apoderado de Uds. dos_ pensé en voz alta.
El café se estaba enfriando…Casi había comprendido la aflicción del hombre y me había puesto en la piel de la esposa y en la de la otra mujer, la distante.
No supe qué decir. Le pregunté qué pensaba hacer de su vida. Después de unos segundos respondió:
– No sé. A mi esposa y madre de mis hijos la respeto, de ella no me apartaría jamás. Pero está la otra en mi cabeza. Me arrepiento del día que la busqué. Pero a la vez, siento como una llama en mi ser, bien prendida. Y te confieso que a veces funciona para encender, aunque sea un poco, la pasión que con los años se va perdiendo en el matrimonio.
Tragué saliva. No supe qué contestar. Lo miré fijamente. Lo entendí. Entendí su malestar, su zozobra.
Agradecí su amabilidad y salí a la calle. Tenía material para mi trabajo. Había logrado recabar sentimientos encontrados, proyecciones de sueños, experiencias de una relación con un alto grado de intimidad más allá de la distancia. Y me quedé pensando: ¿Será duradera esta relación?


                                          Gladys Taboro


                                                       Foto extraída de la web